miércoles, 3 de abril de 2013
La energía nuclear: arma e instrumento que salva millones de vidas
Un estudio de la NASA concluye que la utilización de la energía nuclear ha evitado 1,8 millones de muertes en el mundo por contaminación del aire y podría salvar 7 millones de vidas más en las próximas décadas.
A raíz de la catástrofe nuclear de Fukushima, Japón, en 2011, el rechazo hacia este tipo de energía experimentó un aumento considerable a nivel global. Sin embargo, James E. Hansen y Pushker A. Karetcha, investigadores del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de Nueva York, adscrito a la NASA, se propusieron comprobar las ventajas de la energía nuclear frente a los combustibles fósiles en términos de reducción de la contaminación del aire y de emisiones de gases de efecto invernadero.
El estudio resultante señala que la energía nuclear evita la emisión a la atmósfera de grandes cantidades de gases de efecto invernadero, teniendo un impacto positivo sobre el calentamiento global.
Según relatan los autores, no encontraron casi ningún estudio sobre el número de muertes producidas directa o indirectamente por uno y otro tipo de energía (combustibles fósiles y energía nuclear), salvo uno de 2007, cuyos datos, combinados con los datos históricos de generación de energía, permiten deducir que se habrían producido 1,8 millones de muertes más si sólo se hubieran empleado combustibles fósiles en lugar de energía nuclear entre 1971 y 2009.
El paso siguiente fue calcular el número total de muertes que podrían prevenirse utilizando la energía nuclear durante las cuatro décadas siguientes. Si de aquí al 2050 en lugar de energía nuclear se usara gas natural, se producirían 420.000 más. La cifra ascendería a siete millones más en caso de que la energía utilizada en lugar de la nuclear fuera carbón, concluyó la investigación.
Asimismo, según los autores del estudio, “la sustitución de la energía nuclear por gas natural o carbón conllevaría la liberación de 80 y 240 gigatoneladas respectivamente de carbono adicional en la atmósfera de aquí a 2050, con los consiguientes riesgos ambientales que ello supondría.
Los resultados de este estudio “podrían ayudar a que los políticos confíen y promuevan más este tipo de energía, en lugar de los combustibles fósiles para luchar contra el cambio climático”, concluye Kharecha.
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